miércoles, 19 de junio de 2013

¡Saltando sin miedo!

En esta semana de campamento, una amiga organizó una mañana de piscina en su casa, con varias madres y sus hijos. Josué estaba muy emocionado, solo hablaba de lo divertido que es bañarse en una piscina, me preguntaba una y otra vez, si era grande o pequeña, quería saber qué forma tenía. Solo le decía: Lo sabremos cuando lleguemos...

Asi que cuando llegamos, se desmontó rápido del vehículo, subío las escaleras corriendo y desde que vió la piscina, sin pensarlo se tiró en la parte honda, para adultos. En ese momento apenas estabamos siendo recibidos, Yo me quedé frizada, me paralicé por el susto; el no podía tocar fondo y estaba muy asustado, la dueña de la casa se tiró y lo rescató. Fueron sólo segundos,  pero pensé tantas cosas... ¡Que susto!

Despues de explicarle las consecuencias de saltar a las piscinas sin permiso, aún con el susto en el corazón y con la imagen de su carita llena de emoción tirandose decididamente al agua, me pregunte: ¿Cuál es el valor que le doy a mi relación con Dios? ¿Quiero yo conocer todos los detalles de su voluntad para mi? ¿Estando delante de El, anhelo yo sumergirme las profundidades de Su Palabra?
¿Acepto su llamado sin medir consecuencias? ¿Me lanzo sin pensar en mi seguridad o bienestar a hacer su voluntad?

Oro para que Dios me permita "tirarme" de los lugares que me parecen muy seguros a las profundidades de su voluntad, porque a diferencia de esa piscina, ¡El es la roca inconmovible!

Romanos 11:33 ¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!

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