martes, 13 de agosto de 2013

¡Cuánto amo tu ley! Salmos 119:145-152

La Palabra de Dios es un refugio seguro para que quienes acuden a ella. En esta porción el salmista pide auxilio de Dios y encuentra ayuda en sus estatutos.
145 He clamado con todo mi corazón; ¡respóndeme, Señor!
Guardaré tus estatutos.
146 A ti clamé; sálvame,
y guardaré tus testimonios.
147 Me anticipo al alba y clamo;
en tus palabras espero.
148 Mis ojos se anticipan a las vigilias de la noche,
para meditar en tu palabra.
149 Oye mi voz conforme a tu misericordia;
vivifícame, oh Señor, conforme a tus ordenanzas.
150 Se me acercan los que siguen la maldad;
lejos están de tu ley.
151 Tú estás cerca, Señor,
y todos tus mandamientos son verdad.
152 Desde hace tiempo he sabido de tus testimonios,
que para siempre los has fundado.
El ha clamado con todo su corazón, esperando respuesta de su Dios, y mientras lo hace promete guardar sus mandamientos.
En el momento de necesidad, en los que clamamos a Dios, hacemos promesas de seguirle y de agradarle... cuando Dios te responde,  ¿permaneces fiel a lo que has prometido?

El salmista se anticipa al alba, aún no ha amanecido y ya él está delante de Dios buscando su rostro y favor. En este encuentro él le pide ser vivificado conforme a Sus ordenanzas. El verdadero avivimiento sucede en un hombre frente a la Palabra de Dios. Steve Lawson
En este momento de busqueda el reconoce que Dios está más cerca que cualquier hombre que quiera hacerle daño. Cuando estamos en la presencia de Dios podemos sentirle más cerca y presente que cualquier otra cosa, también nos llenamos del convencimiento de que Su Palabra es verdad.
¿Sientes a Dios lejos? ¿No puedes ver la verdad en la Palabra de Dios?
Clama a Dios de madrugada, preséntate ante Dios y pide su auxilio.
Oro que Dios ponga en nosotros una necesidad desesperada por estar en Su presencia y por poner por obra Su Palabra.

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