jueves, 15 de agosto de 2013

¡Cuánto amo tu ley! Salmos 119:153-160


En esta ocasión el salmista está atravesando una profunda aflicción y clama a Dios por liberación.

153 Mira mi aflicción y líbrame,
porque no me olvido de tu ley.
154 Defiende mi causa y redímeme;
vivifícame conforme a tu palabra.
155 Lejos está de los impíos la salvación,
porque no buscan tus estatutos.
156 Muchas son, oh Señor, tus misericordias;
vivifícame conforme a tus ordenanzas.
157 Muchos son mis perseguidores y mis adversarios,
pero yo no me aparto de tus testimonios.
158 Veo a los pérfidos y me repugnan,
porque no guardan tu palabra.
159 Mira cuánto amo tus preceptos;
vivifícame, Señor, conforme a tu misericordia.
160 La suma de tu palabra es verdad,
y cada una de tus justas ordenanzas es eterna.

Él pide a Dios que mire su aflicción  y aunque puede parecer una simple oración, esto me ayuda a recordar que puedo venir ante Dios y presentarle mi caso. Puedo acercarme confiadamente ante su trono, confiada de que encontré gracia para el oportuno socorro.
Cuando estás en aflicción, ¿vienes ante Dios y derramas tu corazón delante de Él?
El salmista pide ser liberado de su aflicción porque no se olvida de la ley de Dios, cuando la Palabra de Dios está fresca en nuestra mente podemos somos libres al creer sus hermosas y serguras promesas.
También el pide a Dios que defienda su causa y lo redima, que esperanzador es conocer a un Dios que además de ser nuestro Salvador es nuestro abogado. No tomes la justicia en tus manos, quédate quieta y pidele a Dios que sea tu único redentor.
En medio de todo en vez de contar sus muchas aflicciones, el salmista cuenta las misericordias de Dios que son muchas.
Cuenta tus bendiciones, haz memoria de las misericordias de Dios y tendrás una perspectiva diferente de tus aflicciones, las verás como parte del tierno cuidado de Dios para tu vida y para el fortalecimiento de tu carácter.
Muchos son los que lo persiguen pero él no les teme porque él puede reconocer que su Dios es mayor que todos, ese es el resultado de no apartarse de los testimonios de Dios. Ponen a Dios en su lugar, por encima de cualquier cosa en este mundo. 
Es mi oración que de nuestro corazón nazca esta oración:
¡Mira cuánto amo tus preceptos;vivifícame, Señor, conforme a tu misericordia!

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